Un capullo nos envuelve, en cada pasaje.
Y se nos da un acertijo.
Un aura inquieta que cambia con un suspiro,
un laberinto plagado de emociones.
Y las viejas verdades están ya lejos, un par de centimetros atrás.
Pero aquí adentro, sólo son palabras, y de nada sirven.
Respira. Aguarda.
Al menos conoces, al menos recuerdas este lugar y sus fieras trampas.
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